¿Alguna vez te has preguntado cómo el fruto del olivo se transforma en ese exquisito líquido que usamos a diario? En Torres y Ribelles, este proceso es una mezcla de tradición, tecnología y pasión. El viaje de nuestra aceituna es un meticuloso recorrido que garantiza la máxima calidad en cada botella.
Todo comienza con la cosecha, un momento crucial que se realiza en el punto óptimo de maduración de la aceituna. La recolección se hace de manera que el fruto no sufra daños, preservando su integridad y propiedades. Una vez recolectadas, las aceitunas son transportadas rápidamente a la almazara para su procesamiento.
El siguiente paso es la molienda, donde las aceitunas se trituran hasta obtener una pasta. Luego, esta pasta se somete a un prensado en frío, una técnica que es fundamental para obtener el distintivo de «virgen extra». A diferencia de otros métodos que usan calor, el prensado en frío preserva las vitaminas, los antioxidantes y los sabores naturales, dando como resultado un aceite de una calidad excepcional.
Finalmente, el aceite se decanta de forma natural y se almacena en depósitos de acero inoxidable, protegido de la luz y el aire para mantener su frescura. Solo después de pasar rigurosos controles de calidad, es embotellado y etiquetado con la garantía de Torres y Ribelles, listo para llegar a tu mesa. Este proceso, que combina el saber ancestral con la tecnología moderna, es nuestro compromiso con la excelencia.





